-“Hija
del Cáucaso, un viaje hacia el dolor armenio”,
Editorial André Materón, 2013.
Editorial André Materón, 2013.
Prólogo
La historia del genocidio armenio puede explicarse de diferentes
maneras, pero yo prefiero esta vez comenzar por una síntesis que sus nefastas
consecuencias han tenido para la humanidad. Es el intento brutal de ocultarle
al mundo la muerte de 1.500.000 personas.
Es el intento de parte del estado turco de exterminar a
un pueblo entero con los métodos más perversos y sanguinarios y que pase
inadvertido para el mundo. Es en intento de robo a una nación más grande de
toda la historia, ya que con la muerte de los habitantes venía el consecuente
reparto de sus bienes, el cambio de nombres armenios por otros turcos, el
falseamiento de la historia, y una gigantesca operación mediática para hacer
entender a los propios y ajenos, que eso nunca había sucedido.
El negacionismo turco consiste precisamente en eso,
negar los hechos, negar la sola existencia del término ”Genocidio Armenio”, el
cual además está penado por el artículo 301 del código penal con penas de entre
seis meses y tres años para quienes hagan mención de esto.
El mundo, precisamente este mundo que suele comprender
las cosas mal y tarde, es el que también está en deuda con todos los armenios.
Resulta indignante ver lo poco que se habla del tema y lo poco que se lo tiene
en consideración desde todo punto de vista.
Mientras tanto, la comunidad armenia seguirá en pie de
lucha, honrando a sus abuelos y a su cultura milenaria, mucho más antigua que
cualquier nación occidental. Ellos ofrecerán dignidad, yo, seguiré ofreciendo
mi vergüenza.
Si el genocidio armenio no es condenado, será
verdaderamente el peor ejemplo que podemos darle a todos, porque si eso sucede,
significa que cualquiera puede levantarse un día y exterminar a cualquier
minoría y que eso quede impune y que además, sirva de ejemplo a otros
genocidas, como sucedió con Adolf Hitler, quien justamente se basó en las
enormes deportaciones que los turcos hicieron con los armenios para repetirlo
con los judíos y eslavos entre otras minorías durante la segunda guerra
mundial.
El no reconocimiento de este crimen contra la humanidad
nos expone a todos, armenios y no armenios, nos vuelve más frágiles, inseguros.
Si se pudo exterminar a 1.500.000 personas en pleno siglo XX, ¿Quién puede
realmente asegurar que a ninguno de nosotros no nos va a pasar?
“Tu
voz, que se hizo diáspora”…
Agradecimientos
y menciones
Este libro está dedicado a
un gran número de gente. Si se me permite el atrevimiento, quisiera y
sinceramente desearía que tenga la dedicatoria más amplia que un libro pueda
tener.
Este libro, en primer
lugar, está dedicado a las víctimas, a ese millón y medio de armenios
masacrados en forma infame por el estado turco.
Pero se lo dedico también,
a los victimarios.
Y a los que lo niegan, o
dicen que nunca ocurrió, que es una exageración, que los hechos no fueron asi,
etc.
Se lo dedico a los
habitantes de la actual República de Armenia, poseedores de un extraordinario y
lamentablemente desconocido patrimonio cultural, y a los valientes habitantes
de Nagorno Karapagh, que viven resistiendo las afrontas victimarias para asegurar
la armenidad en esa tierra con sus propias vidas.
Se lo dedico a la comunidad
armenia en Argentina en su conjunto, ya que son para mí un extraordinario
ejemplo de lucha y perseverancia ya que mantienen viva, contra todo y contra
todos, la llama de la verdad por el reconocimiento del genocidio del que fueran
víctimas sus propios abuelos y familiares, frente a la llama de la indiferencia
que devuelve el mundo al desinteresarse en este crimen de lesa humanidad.
Se lo dedico a la diáspora
armenia en el mundo entero, semillas forzadas que fueron arrancadas de sus
tierras ancestrales de la peor forma posible, y que hoy son Armenia estén donde
estén y vayan donde vayan.
Se lo dedico a todos los
armenios.
A todos los turcos.
A todos los habitantes del
mundo más allá de su origen, a todos los que sufrieron un genocidio, a los que
miraron hacia otro lado, a los que denunciaron, a los que callaron, a los que
leerán este libro, a los que no.
A todos los que tengan la
dignidad suficiente para sumarse a la lucha por la causa armenia y por el fin
de cualquier actividad genocida en todo el mundo.
“Descansen en paz hermanos.
El veredicto de la historia jamás faltará a la cita”
Gustavo
Fernando Sterczek