lunes, 3 de abril de 2017

"CRÓNICAS DEL ESTE" - Prólogo y adhesiones

“Crónicas del Este”


Prólogo de Crónicas del Este


Allá lejos, y hace tiempo…
Así pensarán de estas historias, los jóvenes que las lean. Pareciera que se estuviese hablando de hechos transcurridos siglos atrás, pero en realidad, todos los acontecimientos, las historias narradas aquí comienzan en 1932, es decir, sólo algo más de ocho décadas. Y otras, como la de la tragedia nuclear de Chornobyl, narra hechos sucedidos sólo hace tres décadas. Todas estas historias transcurren en países distintos, pero todas tienen algo en común: la falta de libertades dentro de la ex Unión Soviética, y sus países satélites del llamado Pacto de Varsovia. Así que todas estas historias transcurren dentro de lo que se dio tristemente en llamar “La Cortina de Hierro”.
Todas ellas están formadas por familias, por gente común, familias que por supuesto, no tienen contacto entre sí, no saben que existe ese otro, y sus vidas transcurren entre la frustración de vivir en un régimen político que tuvo como uno de sus principales objetivos, unidireccionar no sólo la vida política hacia lo que sencillamente se llamaba El Partido, sino manejar, supervisar y controlar cada aspecto de las vidas de los ciudadanos. Estas historias se mueven dentro de la frustración y la impotencia, entre sus máximas cualidades, pero también, la fe y la esperanza, sin las cuales, sencillamente todas ellas aún, no habrían concluido.
En todas, hubo explosiones, como verán. Hubo rebeliones, no sólo desde lo netamente político, sino desde lo moral, lo social, lo conjunto, una rebelión hacia lo establecido, y por sobre todo, por lo establecido de esa forma. Luego de la victoria sobre el nazismo, la Unión Soviética sencillamente, ocupó medio continente y lo hizo súbdito, políticamente, con la imposición de un solo partido, el comunista, desde lo militar, con las fuerzas del Pacto de Varsovia. El control sobre los medios y la vida fue total hasta la caída del sistema, en 1989, pero que para que esa fecha nos haya quedado en el recuerdo, fueron preciso las otras, otras tres anteriores, Hungría 1956, Praga 1968, y la lucha polaca, durante toda la década de los 80. (en la R.S.S de Ucrania, el movimiento de oposición fue algo más sutil,  no tuvo tanta prensa ya que se manifestó básicamente por medio de la literatura, como la llamada  “Generación de los 60” (Shestydisiatnyky) y culminó con la mayoría de los poetas opositores presos y/o desterrados en el Gulag siberiano).
Sin todo esto, el muro de Berlín no se hubiera caído nunca.
Hago algunas salvedades, incluyo otras notas, otras notas del Este, como las concernientes a la tragedia de Chornobyl, en Ucrania, el 26 de Abril de 1986, y la última, mucho más actual, sobre el llamado Maydán, una rebelión popular que terminó por hacer caer a un gobierno, y girar definitivamente el rumbo de la castigada nación ucraniana hacia el oeste, como conclusión de un larguísimo proceso desde su independencia de la ya citada Unión Soviética, en 1991.
Con el Maydán, se cierra este capítulo, el último desde la caída del muro, porque sin Maydán, no habría definitiva independencia de Moscú, y por lo tanto, podríamos decir que el muro, ese famoso muro del 89, no hubiera caído definitivamente, no al menos para Ucrania. A partir de este proceso, las decisiones de todos los ucranianos, (para bien o no) se tomarán donde corresponde: en Kyiv.
No tengo ninguna intención en que se tome mi trabajo como algo político, aunque por los temas tratados lo juzgo casi inevitable. No es mi intención hacer simplemente, un libro de propaganda anti comunista, mi trabajo va mucho más allá de eso, mi objetivo es contar, es transmitir y recordar cómo se vivió en esa mitad europea de posguerra, durante los pesados años del bolchevismo, con el trágico Stalin como modelo a seguir. El conflicto, especialmente con las tres naciones anteriormente citadas (Hungría, la ex Checoslovaquia, y Polonia) fue total, ya que estos países, de tradición católica y conservadora en lo cultural, y parte del occidente cultural europeo, chocaban violentamente no sólo con el marxismo soviético, sino con la concepción atea y anti religiosa que el comunismo profesaba, algo particularmente dramático sobre todo en el caso de Polonia, de milenaria y profunda tradición católica. De hecho, la defensa de la fe, ha sido uno de los principales motores de la gran rebeldía polaca de los 80. Allí, quizá como en ningún otro país del bloque del este, se vio el fracaso rotundo del régimen por quitar los valores de los polacos, y reemplazarlos por otros, los del partido, reemplazar la cruz por el martillo y la hoz.  El fracaso en crear un “ciudadano marxista”, sin origen, sin herencia cultural, sin religión. La elección de un Papa polaco, el dieciséis de Octubre de 1978, por primera vez en la historia, fue sin duda alguna, uno de los grandes disparadores de ese proceso contestatario que buscaba devolver al pueblo polaco sus libertades, así nace la histórica lucha del sindicato libre Solidaridad, con Lech Wałęsa a la cabeza, un sindicato de trabajadores católicos y nacionalistas, un gigantesco dolor de cabeza para el sistema comunista que nunca supo contrarrestar.
El hecho de que no haya sido una invasión exterior o una derrota militar lo que hay derribado al sistema, sino la rebelión de gente sencilla, trabajadores en su gran mayoría, como los integrantes de Solidarnoṥć, intelectuales no soviéticos, como en la Praga del 68, estudiantes y trabajadores húngaros, como en el 56, es algo tan inmensamente contradictorio que el partido sencillamente no supo manejar. Estaba más preparado para lidiar con Occidente y los gigantes capitalistas, que con sus propios obreros y trabajadores, universitarios, pequeños comerciantes, su gente común. Ese fue uno de los más grandes fracasos del comunismo, sin lugar a dudas, ese divorcio eterno con la gente, el pueblo, quienes debían supuestamente mantener los paradigmas establecidos, y los enfrentaron.
En este fracaso yo también veo un fracaso en la lucha de lo ideal contra lo nacional. La idea de un ciudadano universal, y la idea de dividir al mundo por clases sociales, y no por sociedades y o países fue falsa. Un obrero chino en realidad, tiene poco que ver con un trabajador francés, o uno latinoamericano, por más que sean de la misma clase social, por la sencilla razón de que están inmersos en mundos culturales diferentes.
Volviendo nuevamente al tema central de este trabajo, y a sus historias, puedo imaginar la enorme desazón de los húngaros cuando vieron entrar los tanques soviéticos con violencia inusitada en Budapest, o la de los checos, cuando las tropas del Pacto de Varsovia ahogaron a sangre y fuego su grito libertario, o la de los huelguistas polacos allá por el ahora lejano año 80, cuando sobrevino una brutal represión y persecución, seguramente, el mundo pareció venírseles abajo de golpe, pero resistieron. Lucharon una década completa, contra un sistema entero, contra todos los medios de represión, lucharon en total inferioridad de condiciones, y vencieron.
Pongo muy especial énfasis en el último capítulo de esta obra, que es el actual, ya que avanza en forma cronológica: el Maydán. La primera aclaración que debo hacer es obvia: este no transcurre bajo la dictadura comunista, esta ya había caído veinticinco años antes, pero muchos de los conceptos y elementos enfrentados, remiten plenamente a la época comunista y al centralismo absoluto que se ejercía en Moscú, cuando Ucrania no era libre y constituía, simplemente, una “República Socialista”, parte de la ex Unión Soviética, desde donde se ordenaron y ejecutaron todos los crímenes descriptos en este libro.
La segunda aclaración es de vital importancia para mí, porque mientras en los capítulos anteriores, estamos hablando de procesos concluidos, éste, el Maydán, es actual, y aún no está del todo asegurado, y en el éxito o no del final de este proceso libertario de Ucrania, dependerá de si podemos afirmar si ese famoso muro que para todos los demás, cayó en el año ochenta y nueve, seguirá con su último ladrillo o no. Y no se trata sólo de un término poético o literario, se trata entre otras cosas, del destino de una nación entera, doblemente milenaria, con idiosincrasia, valores, tradiciones e idioma propio, se trata del destino de sus millones de habitantes, de su relación con su enorme diáspora por el mundo (aproximadamente veinte millones más), de sus nuevas generaciones, de lo que piensen, de lo que crean, se trata sobre qué historia o historias oirán, de qué tipo de educación recibirán, y en qué idioma…





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