miércoles, 3 de octubre de 2018



“La Estrella y la Cruz”



Mi última obra, “La Estrella y la Cruz”, sobre el holocausto en Polonia y Ucrania durante la Segunda Guerra Mundial.  La historia de una familia judía a ambos lados de las fronteras y su distinta suerte en aquellos a;os de odio y racismo. 
A más de siete décadas de Auschwitz, un grito lacerante por el fin de todos los genocidios en el mundo.


lunes, 3 de abril de 2017

GUSTAVO STERCZEK - Escritor e Historiador

GUSTAVO STERCZEK  

Escritor e Historiador  




























"CRÓNICAS DEL ESTE" - Presentación

“Crónicas del Este”






Bienvenidos a mi nuevo libro “Crónicas del Este”, un trabajo sobre la opresión en la época soviética en Ucrania, Polonia, Hungría y la República Checa. El mismo también habla sobre el “Holodomor”, la hambruna artificial más grande de la historia, el accidente nuclear de “Chornobyl”, acontecido bajo el mismo régimen e incluye un capítulo sobre el “Maidán”, el grito libertario ucranio contra la influencia rusa. Describe cronológicamente los levantamientos contra la tiranía comunista de Budapest (1956), Praga (1968), y la dura y extensa lucha en Polonia durante toda la década de los 80 con Lech Wałęsa y Solidaridad. Los invito a recorrer estas páginas que retratan momentos históricos que tanto tienen que ver con nuestras propias familias y quienes padecieron el sistema marxista en primera persona.




"CRÓNICAS DEL ESTE" - Prólogo y adhesiones

“Crónicas del Este”


Prólogo de Crónicas del Este


Allá lejos, y hace tiempo…
Así pensarán de estas historias, los jóvenes que las lean. Pareciera que se estuviese hablando de hechos transcurridos siglos atrás, pero en realidad, todos los acontecimientos, las historias narradas aquí comienzan en 1932, es decir, sólo algo más de ocho décadas. Y otras, como la de la tragedia nuclear de Chornobyl, narra hechos sucedidos sólo hace tres décadas. Todas estas historias transcurren en países distintos, pero todas tienen algo en común: la falta de libertades dentro de la ex Unión Soviética, y sus países satélites del llamado Pacto de Varsovia. Así que todas estas historias transcurren dentro de lo que se dio tristemente en llamar “La Cortina de Hierro”.
Todas ellas están formadas por familias, por gente común, familias que por supuesto, no tienen contacto entre sí, no saben que existe ese otro, y sus vidas transcurren entre la frustración de vivir en un régimen político que tuvo como uno de sus principales objetivos, unidireccionar no sólo la vida política hacia lo que sencillamente se llamaba El Partido, sino manejar, supervisar y controlar cada aspecto de las vidas de los ciudadanos. Estas historias se mueven dentro de la frustración y la impotencia, entre sus máximas cualidades, pero también, la fe y la esperanza, sin las cuales, sencillamente todas ellas aún, no habrían concluido.
En todas, hubo explosiones, como verán. Hubo rebeliones, no sólo desde lo netamente político, sino desde lo moral, lo social, lo conjunto, una rebelión hacia lo establecido, y por sobre todo, por lo establecido de esa forma. Luego de la victoria sobre el nazismo, la Unión Soviética sencillamente, ocupó medio continente y lo hizo súbdito, políticamente, con la imposición de un solo partido, el comunista, desde lo militar, con las fuerzas del Pacto de Varsovia. El control sobre los medios y la vida fue total hasta la caída del sistema, en 1989, pero que para que esa fecha nos haya quedado en el recuerdo, fueron preciso las otras, otras tres anteriores, Hungría 1956, Praga 1968, y la lucha polaca, durante toda la década de los 80. (en la R.S.S de Ucrania, el movimiento de oposición fue algo más sutil,  no tuvo tanta prensa ya que se manifestó básicamente por medio de la literatura, como la llamada  “Generación de los 60” (Shestydisiatnyky) y culminó con la mayoría de los poetas opositores presos y/o desterrados en el Gulag siberiano).
Sin todo esto, el muro de Berlín no se hubiera caído nunca.
Hago algunas salvedades, incluyo otras notas, otras notas del Este, como las concernientes a la tragedia de Chornobyl, en Ucrania, el 26 de Abril de 1986, y la última, mucho más actual, sobre el llamado Maydán, una rebelión popular que terminó por hacer caer a un gobierno, y girar definitivamente el rumbo de la castigada nación ucraniana hacia el oeste, como conclusión de un larguísimo proceso desde su independencia de la ya citada Unión Soviética, en 1991.
Con el Maydán, se cierra este capítulo, el último desde la caída del muro, porque sin Maydán, no habría definitiva independencia de Moscú, y por lo tanto, podríamos decir que el muro, ese famoso muro del 89, no hubiera caído definitivamente, no al menos para Ucrania. A partir de este proceso, las decisiones de todos los ucranianos, (para bien o no) se tomarán donde corresponde: en Kyiv.
No tengo ninguna intención en que se tome mi trabajo como algo político, aunque por los temas tratados lo juzgo casi inevitable. No es mi intención hacer simplemente, un libro de propaganda anti comunista, mi trabajo va mucho más allá de eso, mi objetivo es contar, es transmitir y recordar cómo se vivió en esa mitad europea de posguerra, durante los pesados años del bolchevismo, con el trágico Stalin como modelo a seguir. El conflicto, especialmente con las tres naciones anteriormente citadas (Hungría, la ex Checoslovaquia, y Polonia) fue total, ya que estos países, de tradición católica y conservadora en lo cultural, y parte del occidente cultural europeo, chocaban violentamente no sólo con el marxismo soviético, sino con la concepción atea y anti religiosa que el comunismo profesaba, algo particularmente dramático sobre todo en el caso de Polonia, de milenaria y profunda tradición católica. De hecho, la defensa de la fe, ha sido uno de los principales motores de la gran rebeldía polaca de los 80. Allí, quizá como en ningún otro país del bloque del este, se vio el fracaso rotundo del régimen por quitar los valores de los polacos, y reemplazarlos por otros, los del partido, reemplazar la cruz por el martillo y la hoz.  El fracaso en crear un “ciudadano marxista”, sin origen, sin herencia cultural, sin religión. La elección de un Papa polaco, el dieciséis de Octubre de 1978, por primera vez en la historia, fue sin duda alguna, uno de los grandes disparadores de ese proceso contestatario que buscaba devolver al pueblo polaco sus libertades, así nace la histórica lucha del sindicato libre Solidaridad, con Lech Wałęsa a la cabeza, un sindicato de trabajadores católicos y nacionalistas, un gigantesco dolor de cabeza para el sistema comunista que nunca supo contrarrestar.
El hecho de que no haya sido una invasión exterior o una derrota militar lo que hay derribado al sistema, sino la rebelión de gente sencilla, trabajadores en su gran mayoría, como los integrantes de Solidarnoṥć, intelectuales no soviéticos, como en la Praga del 68, estudiantes y trabajadores húngaros, como en el 56, es algo tan inmensamente contradictorio que el partido sencillamente no supo manejar. Estaba más preparado para lidiar con Occidente y los gigantes capitalistas, que con sus propios obreros y trabajadores, universitarios, pequeños comerciantes, su gente común. Ese fue uno de los más grandes fracasos del comunismo, sin lugar a dudas, ese divorcio eterno con la gente, el pueblo, quienes debían supuestamente mantener los paradigmas establecidos, y los enfrentaron.
En este fracaso yo también veo un fracaso en la lucha de lo ideal contra lo nacional. La idea de un ciudadano universal, y la idea de dividir al mundo por clases sociales, y no por sociedades y o países fue falsa. Un obrero chino en realidad, tiene poco que ver con un trabajador francés, o uno latinoamericano, por más que sean de la misma clase social, por la sencilla razón de que están inmersos en mundos culturales diferentes.
Volviendo nuevamente al tema central de este trabajo, y a sus historias, puedo imaginar la enorme desazón de los húngaros cuando vieron entrar los tanques soviéticos con violencia inusitada en Budapest, o la de los checos, cuando las tropas del Pacto de Varsovia ahogaron a sangre y fuego su grito libertario, o la de los huelguistas polacos allá por el ahora lejano año 80, cuando sobrevino una brutal represión y persecución, seguramente, el mundo pareció venírseles abajo de golpe, pero resistieron. Lucharon una década completa, contra un sistema entero, contra todos los medios de represión, lucharon en total inferioridad de condiciones, y vencieron.
Pongo muy especial énfasis en el último capítulo de esta obra, que es el actual, ya que avanza en forma cronológica: el Maydán. La primera aclaración que debo hacer es obvia: este no transcurre bajo la dictadura comunista, esta ya había caído veinticinco años antes, pero muchos de los conceptos y elementos enfrentados, remiten plenamente a la época comunista y al centralismo absoluto que se ejercía en Moscú, cuando Ucrania no era libre y constituía, simplemente, una “República Socialista”, parte de la ex Unión Soviética, desde donde se ordenaron y ejecutaron todos los crímenes descriptos en este libro.
La segunda aclaración es de vital importancia para mí, porque mientras en los capítulos anteriores, estamos hablando de procesos concluidos, éste, el Maydán, es actual, y aún no está del todo asegurado, y en el éxito o no del final de este proceso libertario de Ucrania, dependerá de si podemos afirmar si ese famoso muro que para todos los demás, cayó en el año ochenta y nueve, seguirá con su último ladrillo o no. Y no se trata sólo de un término poético o literario, se trata entre otras cosas, del destino de una nación entera, doblemente milenaria, con idiosincrasia, valores, tradiciones e idioma propio, se trata del destino de sus millones de habitantes, de su relación con su enorme diáspora por el mundo (aproximadamente veinte millones más), de sus nuevas generaciones, de lo que piensen, de lo que crean, se trata sobre qué historia o historias oirán, de qué tipo de educación recibirán, y en qué idioma…





ADHESIONES:











sábado, 1 de abril de 2017

"HOLODOMOR, MUERTE EN UCRANIA" - Poesías seleccionadas

Holodomor

Espigas y palabras
todas rotas,
espigas y palabras
todas olvidadas,
espigas que alimentan,
palabras que asesinan,
espigas y palabras,
Ucrania rota.
un niño que fallece
una madre llora,
una madre que fallece
un niño que llora,
espigas y palabras
Ucrania llora.

-.-.-.-.-.-.-.- 

  
¡Cobijen a Ucrania
tras las estepas!
¡Pónganle un abrigo,
preparen su mesa!
traigan un alivio
a su gente enferma,
salven a los niños,
salven lo que queda…
Busquen en su pueblo
las verdades ciertas,
busquen,
no se olviden
nunca de esta tierra,
y de su sufrimiento,
su historia funesta.
Espigas del hambre,
familias deshechas
muerte que sonríes,
las casas penetras
          del Caspio al Dnister           
         y de Kyiv  a Odesa         
muerte, muerte y muerte
           muerte donde quieran…          
No alcanzaron ojos
para mirar tanto horror,
no alcanzaron oídos
para escuchar tanto llanto,
no alcanzaron las manos
para enterrar tantos muertos…

Ana, Katerina, Oles, Taras…
Roman, Olga, Irina, …
la lista no termina nunca.

Kharkiv, Dnipropetrovk, Rostov, Cherkasy
Zaporizhzhia, Poltava, Horlivka…
Vinnitsya, Kirovohrad, Kremenchuk, Zhytomyr,
la lista no termina nunca…


 -.-.-.-.-.-.-.- 
  


Ya no hay gente en los pueblos,
ya llegó lo peor,
ya nadie entierra a nadie
porque ya nadie quedó.
Y en el silencio eterno
de millones silenciados,
en el silencio eterno:
                       ¡El alma  de Ucrania quedó!                         


 -.-.-.-.-.-.-.- 



¡Vuelve, Tarás!
a despertar a tu pueblo,
vuelve, Tarás!
a cobijarlo con tu pluma,
única, inmortal,
de un libre, entre libres.
Vuelve y escribe, retrátalo todo,
todo lo que tus ojos
puedan mirar,
todo lo que tus manos
puedan escribir,
todo lo que tu corazón
digno corazón ucranio,
pueda expresar.
No dejes solos
a los hijos de la gran Rus΄,
no dejes solos,
a la sangre de la antigua  Kyiv,
¡Vuelve, y condénalo todo,
vuelve Tarás!


 -.-.-.-.-.-.-.- 



Recordarán tus nietos
con espigas y flores,
recordarán tus nietos
con velas encendidas,
y pasarán los años
y las generaciones,
quedará el recuerdo
de lo que aconteció.
Sobre tu tierra verde.
sobre la verde Ucrania
las lágrimas del hambre
de una generación,
le ponen nombre al crimen
al más aberrante,
a morirse de hambre,
el nombre:
Holodomor…

     


Gustavo Fernando Sterczek

"HOLODOMOR, MUERTE EN UCRANIA" - Prólogo de la Representación Central Ucrania.

"Holodomor, muerte en Ucrania"




Prólogo de la Representación Central Ucrania:


Escribir un prólogo sobre la mayor tragedia que enlutó a los ucranios en toda su historia, nos referimos al genocidio de los años 1932/1933 que llevó a la tumba a aproximadamente 7 millones de inocentes campesinos, no es cosa de todos los días. Lo hacemos con la convicción que, difundir la misma contribuirá para honrar y eternizar  a esta enorme cantidad de víctimas del terror ruso comunista de dicha época, y también que su difusión servirá para concientizar al mundo sobre lo que fue –es- el comunismo marxista ruso en la historia.

No fueron muchos los materiales que inmortalizaron esta tragedia, (léase genocidio),  reiteramos, hoy reconocido por,  aproximadamente,  una veintena de naciones en  todo el mundo. El primero, fue sin lugar a dudas “Las negras acciones del Kremlin. Libro blanco. DOBRUS. Bs.As. 1966. Aparecido en una época en que hasta en el mundo Occidental era difícil y complejo escribir y difundir este tema.

Recordamos, ya en la era “post Cortina de Hierro”  el libro “Holodomor” Genocidio del pueblo ucranio 1932 – 1933 editado en Buenos Aires con el auspicio del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en el año 2011, y de la Representación Central Ucrania en la República Argentina, y coordinado por el entonces Director General de Relaciones Institucionales Lic. Claudio Avruj del Gobierno porteño encabezado por el Ing. Mauricio Macri.

El caso que nos ocupa, tiene ciertas aristas distintas. Por una parte, el autor del libro, que basa su memoria del Holodomor en un 90% en su poesía recordatoria, es de descendencia polaca, Gustavo Fernando Sterczek, esto nos llena de emoción, ya que no nos sentimos “sólos” en esta lucha, y contamos con un representante de la colectividad polaca, en nuestras “filas.
Algo sobre el autor, que nos permitirá conocerlo no sólo a través de su libro.
Gustavo Fernando Sterczek, nacido en la Argentina en el año 1971. Daremos a conocer sólo algunas de sus actividades, todas relacionadas con la cultura:

Organizador de cursos de historia polaca (1995-1996) en la sociedad polonesa de San Martín.
Organizador del primer curso de historia polaca para grandes y
adultos (1999-2000) en la Sociedad polaca de San Justo, 
Mikolaj Kopernik.
Colaborador en clases de idioma polaco para jóvenes, y
también coordinador en actividades relacionadas con
la cultura y las tradiciones, todo ello en sociedades polacas,
de diferentes localidades.
Organizador de la conferencia histórica “Grecia ayer, hoy, siempre”,
en la colectividad helénica de Buenos Aires. (2007-2008), en la
Asociación  de cultura “La  Sociedad Helénica”.
Conferencia histórica titulada  “La gran Moravia”, en la universidad Kennedy, sede Caballito (2008), organizada por la Asociación de Cultura Checa “Ceski Dum”.
Para la Fundación Argentino-Búlgara fue organizador de
diferentes actividades sobre Bulgaria y los Balcanes.
En la Asociación Polonesa “Federico Chopin” de Rosario,
organizó conferencias sobre historia y cultura polacas (2009) y
también, pasando a otro rubro, fue director del renombrado Ballet
de danzas folklóricas de la institución.
Además es colaborador del diario polaco “Głos Polski”, en
publicaciones relacionadas con la actividad cultural.


Prosiguiendo con esta noble iniciativa de Gustavo Sterczek
reiteramos, de sangre polaca, escribiendo sobre nuestro
Holodomor,  no resulta del todo llamativo, si consideramos que
fue precisamente Polonia, el primer país en el mundo que
reconoció la Independencia de Ucrania, a pocos días de aquel
memorable acto del 24 de agosto de 1991, hoy día este
hecho da pie para reafirmar la confraternidad ucraniano polaca.
Eso sí, recalquemos en estos días aciagos para Ucrania en guerra,
tenemos no sólo una historia en común sino un enemigo en común
que es el imperialismo expansionista ruso.

También,  Gustavo Sterczek es autor de los libros: “Hija del Cáucaso, un viaje hacia el dolor armenio”. Editorial André Materón, 2013, y “Tierra Madre”, Editorial André Materón, 2014. El primero trata sobre el genocidio armenio y el segundo sobre el abuelo de Gustavo quien junto a muchos de sus connacionales luchó contra la invasión germano soviética de su tierra. Queremos decir con esto que no es un improvisado en la materia de escritor.

Todo suma, y el libro del poeta, contribuye de sobremanera para inmortalizar a las inocentes víctimas del Holomodor, y más si tomamos en cuenta que lo hace con su poesía que no es usual en este tipo de recordatorios.

Hacemos votos para que esto,  no sólo sirva para difundir el Holodomor entre el libertario pueblo de la República Argentina, sino también que para que, además, el Gobierno democrático de nuestro país de adopción,  reconozca por ley nacional el Genocidio del pueblo ucranio como tal.



Representación Central Ucrania en la República Argentina

HOLODOMOR, MUERTE EN UCRANIA - Prólogo de la locura

Holodomor, muerte en Ucrania


Prólogo de la locura

Siempre es muy difícil escribir sobre la muerte. Una sola es una pérdida irreparable, pero cuando de lo que hay que hablar es de la muerte de millones, y en forma no natural, como consecuencia de las decisiones tomadas por un gobierno, no se pueden encontrar las palabras exactas que lo reflejen.
El tema que quiero difundir y que me ocupa en este libro, es el llamado “Holodomor” (en lengua ucraniana Голодомор, “matar de hambre”), y que representa hasta el día de hoy la mayor hambruna artificial en la historia de la humanidad.
Pese a lo confuso que representa calcular exactamente el número de víctimas, (porque además, y como suele ocurrir también en las guerras, mucha gente muere después, pero como consecuencia directa de los hechos), los pisos se estiman en no menos de cuatro millones de personas, pero otros cálculos estiran las cifras hasta incluso más de diez millones…
Estamos hablando de gente, de millones de personas. De hombres, mujeres, niños y ancianos a los que todo les fue confiscado por el gobierno de la entonces Unión Soviética, presidida por el siniestramente conocido José Stalin, y desprovistos de toda posibilidad de conseguir alimentación, fueron muriendo de hambre y de todas las enfermedades y anomalías derivadas de ella, entre los años 1932/1933.
Curiosamente, en esos años el estado soviético exportó más granos que nunca…
Cuesta siquiera imaginar, en tan extenso lapso, las historias, las miles de historias que jamás llegaron a ser contadas, historias que murieron junto con cada una de las víctimas, en esos años en que la demencia nos ganó a todos.
Este libro cuenta la historia de esos años, en una nación naturalmente rica, Ucrania, y que fue sometida al hambre más atroz, una nación que era considerada la canasta de la U.R.S.S., y sin embargo, se quedó sin pan, una nación que poseía las más fértiles tierras, la “tierra negra”, y no le dejaron ni espigas para alimentar a los suyos…
Pasó hace menos de cien años, todavía quedan en el mundo, algunos testigos horrorizados de los hechos y de esa época maldita, en el que un pueblo milenario vivió condenado.
Este es el retrato vivo de una pesadilla, pero no de uno, si no de millones, una pesadilla conjunta que terminó de la peor forma posible: un pueblo diezmado, una colectivización forzada de grandes poblaciones, y una rusificación en muchas de las zonas donde había muerto mucha población local.
Casi veinte años antes de estos hechos, los armenios se convertían en las víctimas del primer gran genocidio del siglo XX a manos del estado turco. Diez años después, en cambio, y esta vez desde Alemania, llegaba el horror con campos de concentración donde murieron millones de judíos, eslavos y otras minorías que los nazis consideraban inferiores. Espantosa conclusión donde en menos de tres décadas, murieron de causas no naturales y solamente de los hechos nombrados anteriormente aproximadamente veinte millones de personas.
Conozco muchos ucranios personalmente, como nieto de polacos que soy, e interesado en nuestras raíces eslavas que tanto nos unen, siempre tuve un aprecio muy particular por todo lo ucranio, sus extraordinarias danzas, su cultura viva y encendida de trajes repletos de coloridos, que parecen desafiar la más inconcebible muerte de sus propios ancestros; enorme mérito de un pueblo que pese a todo, y contra todo y contra todos, vive, y eso sólo, como verán después de leer este trabajo, ES UN MILAGRO…




A LA MEMORIA DE TODOS LOS UCRANIANOS FALLECIDOS POR EL HOLODOMOR ENTRE 1932/1933, Y A LA DE SUS ORGULLOSOS DESCENDIENTES EN ARGENTINA Y EN TODO EL MUNDO.

"TIERRA MADRE" - Poemas seleccionados -




Llega ese día
(Porque todo llega)
En que se levanta
La capital de todos:
Varsovia está en llamas
Varsovia pelea,
Casi sin armas
Pero su moral a cuestas.
Pelean los niños,
Los grandes pelean,
Las mujeres se suman,
¡La ciudad entera!
A echar a los nazis,
La lacra funesta
Que ha enfermado todo,
Que ha puesto sus letras.
Y donde antes había
Canciones y misas
Ahora sólo queda del nazi,
Su risa
Donde antes valores
Y trabajo había,
Ahora solo queda del nazi,
Su risa.
Risa victimaria,
Risa que lastima,
Que agranda en Polonia
La cruel agonía.
Pueblo de plegarias,
Plegarias infinitas,
Resiste un poco,
Ya llegará el día
Que mires el cielo
Sin armas malditas,
Que grites tu nombre
Sin nombres por encima,
Que muestres tus manos
De labranza, limpias,
No llenas de sangre
De las pobres víctimas.
Manos que trabajan
Por la patria misma,
Que toman arados
Cual fueran insignias,
Que cantan, que viven
Con sus manos limpias,
Que lloran los muertos,
Que rezan de día,
Que esperan juntas
Como una melodía,
Que toman las armas
Sin que se lo pidan:
¡Que cruzan el mundo!
A ofrecer su vida.
Las manos polacas:

¡Qué manos benditas!



La ayuda no llega,
No queda comida,
Hay cuerpos de grandes
Y chicos sin vida.
Hitler da la orden
¡Varsovia destruída!
Van a hacer un lago
En la capital del Vístula;
No va a quedar nada
Solo la agonía.
No quedan ya casas,
Ya todo está en ruinas
Se escucha el silencio
Que hiere y lastima;
Y entonces, ante tanto,
Pero tanto odio,
Aparecen las notas
Por todos queridas,
Suenan polonesas,
Suenan, ¡alma mía!
Alguien tiene un piano,
¡Alguien tiene vida!
Y en medio de la nada
Y la muerte horrenda,
Suenan polonesas
¡Varsovia está viva!
Pese a genocidas
La cultura no muere,
Aunque mueran todos
Ella será insignia.
Aquí ya nadie queda,
Las calles vacías,
Pero suenan polonesas
¡Varsovia está viva!
Mientras uno escuche,
Mientras uno admire,
Ya no habrá más muerte
El arte redime,
Y en medio de la nada
Y el silencio lúgubre
Ya lejos de todo,
Llegan melodías…
Suenan polonesas,
¡Varsovia está viva!
Parecen volver
Los viejos colores,
Parecen las calles
Recobrar su vida,
Esa que robaron
Ladrones infames
Que nada comprenden,
Que todo mancillan.
Parece llenarse
De luces el cielo,
Retroceder el tiempo,
Feliz pleitesía.
A los tiempos que había
Para todos comida,
Los niños jugaban,
La patria crecía.
En donde la guerra
Lejana parecía,
Algo del pasado
Que a volver no iba.
Parecen las almas
Cubrirse de espinas,
Quebrarse en su espanto
De horas malditas,
Mientras se escucha
Con claridad infinita,
Del sabio maestro
Las notas benditas.
Suenan polonesas:
¡Varsovia está viva!




¡Ahora entiendo abuelo
Porque cruzaste el mundo
Para poner el pecho!
Y tus miradas tristes,
Ahora si lo entiendo…
Esta tierra conmueve
Más de lo que siento.
Me tiemblan las manos
Cuando miro el cielo,
Recorro tus calles
En tu pueblo, abuelo.
¡Cien años después
Recorro tu pueblo!
Mis piernas me pesan
De pensar siquiera,
¡Esta era tu casa
Este era tu cielo!
Y un siglo después
Llorando como nunca
Siento entender todo,
Todo lo que has hecho…
Me llevaré fotos,
Llevaré recuerdos,
Imágenes vivas
De casi un centenio.
Pero guardo en mi alma
Un lugar secreto
Donde nadie llega
Sólo yo lo veo.
Quisiera gritarte
Que tu alma no sufra,
Que no pasó nada,
Que aquí, está tu pueblo.
Que descanses en paz
Tu descanso eterno,
Que descanses, y en paz,
Mi querido abuelo…